Son las ocho de la noche, ya no queda casi luz en la habitación… no como cuando comenzamos con nuestra maratón de juegos a las cuatro de la tarde. Lo extraño es que no estamos cansados, sino que incluso nos encontramos tan entusiasmados, que hasta nos hemos saltado la colación de la tarde. Ya deberíamos estar sirviéndonos la cena, pero no, mejor seguimos un rato más.

Si este escenario te suena conocido, la explicación que lo respalda te resultará de sumo interés.

Por si aún no has identificado el contexto de la escena, algo dudoso, te contamos que se trata de una persona que hace cuatro horas se encuentra embelesada ante la pantalla, presenciando un gameplay en Youtube.

Las generaciones anteriores critican mucho este comportamiento. Es comprensible, ya que todo lo nuevo nos genera una cierta incomodidad y un rechazo visceral. Sin embargo, dichas generaciones, esas que tanto se preguntan qué puede haber de placentero en sentarnos horas a mirar cómo otra persona derrota personajes de diseño avanzado al tiempo que avanza en escenarios cada vez más desafiantes, se olvidan de mirar hacia atrás.

Ese padre, madre, abuelo o abuelo, que con severidad juzga la “inutilidad” de pasarse horas viendo a otros jugar, olvida la cantidad de días que pasó delante del televisor mirando campeonatos de fútbol, novelas mexicanas cuando estas estaban en auge y el mercado europeo pagaba miles de dólares por ellas u obras enteras de ballet u ópera clásicos.

¿Crees que son cosas diferentes? Entonces te sorprenderás al saber que no lo son.

Lo mismo que motivaba a tus antepasados más recientes a pegar su retina a un espectáculo, ya sea televisivo o en vivo, es lo mismo que hoy te generara esa fuerte propensión a pasar tardes delante del monitor viendo a tus Youtubers favoritos vencer sus propios récords.

Es más, esta motivación se remonta al propio teatro griego, el cual debía despertar en nosotros esa compenetración tal con el héroe, que hacía que los espectadores no condenaran a Medea por haber matado a sus hijos.

¿De qué se trata esta emoción que parece ser más fuerte que nuestra voluntad?

Del sistema de espejo y de la empatía.

El sistema de espejo y la empatía

El mecanismo de espejo está directamente unido a la empatía, una cualidad cada día más demandada en el mercado laboral, y en la vida también, claro está.

Las neuronas espejo son aquellas que reproducen en el cuerpo las sensaciones y beneficios de hacer algo, pero con solo observarlo. Es decir, cuando observas a alguien jugar, tu cerebro actúa como si fueras tú quien lo estuviera haciendo, ya que se actúa el sistema límbico.

A los efectos de seguir defendiendo la observación del juego este mecanismo detona la empatía.

¿Qué es la empatía?

La empatía es la habilidad de poder mirar el mundo con la perspectiva del otro. Las personas que estudian Arte Dramático saben mucho de esta cualidad, ya que cuando van a interpretar a un personaje, deben ver el mundo desde su perspectiva y, por ende, justificar sus acciones. Y convengamos que los actores de teatro o de cine no siempre reciben en sus manos el guion para convertirse por un rato en Lady Di o en la Madre Teresa de Calcuta, sino que algunos de los personajes que más público atraen son aquellos de la envergadura de Nerón, Hitler, Mussolini o Vlad el empalador (Drácula entre nosotros).

El teatro también es un juego, solo que la gran diferencia es que puede llevar a algunos privilegiados a ganar algunas decenas de millones al año, siempre y cuando trasciendan a la pantalla grande, por supuesto.

Más allá de sus beneficios económicos o de la ausencia de ellos, la empatía nos conecta con el mundo.

A través de la comprensión de los sentimientos de una persona, puedo ayudarla o entablar un vínculo con ella. A su vez, cuando el sistema límbico se activa, se desata una serie de procesos que me benefician como ser biológico y como ser social.

Beneficios de la activación del sistema límbico

Reconocer gestos: piensa en este fenómeno tan maravilloso: entablas una conversación con alguien que no conocías y de pronto le dices algo y notas que lo ha fascinado. ¿Cómo lo has logrado si no te lo ha dicho ni lo conocías como para dominar sus gestos? La explicación yace en el sistema límbico. Este te permite reconocer gestos universales de alegría, interés, aburrimiento, asco, enojo y fascinación. Por lo tanto, si vamos hasta el comienzo de esta cadena llena de eslabones, tenemos que mirar a otros jugar activa en ti el sistema límbico, el cual te genera la empatía necesaria para comprender a los demás y también hace que se active tu conocimiento previo para conocer mejor a quienes te rodean.

Activar los recuerdos: no hay aprendizaje posible sin recuerdos que sustenten los previamente aprendido. Del mismo modo que para aprender a multiplicar primero debes dominar la suma y la resta, los demás conocimientos de la vida también se basan en los aprendizajes previos. Míralo de este modo: al mirar a otros jugar, aprenderás más rápidamente lo que sea que estés aprendiendo.

Potenciar mi aprendizaje: cuando nos resulta sencillo aprender algo nuevo, la motivación se despierta en nosotros y adquirir nuevos conocimientos ya no es una mera obligación, sino uno de los tantos caminos hacia la felicidad. Pronto te reconocerás como una persona más capaz y con mucho para darle al mundo.

Darle significado a las situaciones: el sistema límbico nos permite cerrar círculos y procesos. Situaciones que antes te parecían inabordables, de a poco comienzan a ser comprensibles y familiares. Te sorprenderá encontrarte a ti mismo resolviendo problemas que hasta el momento considerabas verdaderos bloques inamovibles.

¿Y qué sucede si el que juega soy yo?

Puedes imaginarte que si ver a otros jugar despierta en ti todos estos procesos positivos, cuando somos nosotros los que jugamos, los beneficios aumentan de manera notoria.

Por esta y por muchas más razones, la gamificación toma cada vez más fuerza a nivel empresarial. Las organizaciones necesitan personas capaces de hacerle frente a los problemas que surgen a medida que se materializan los logros y que el mercado cambia.

A su vez, la organización actual requiere de colaboradores dispuestos y capaces de aprender acerca de metodologías y tecnologías que no paran de emerger.

Es así que el juego moldea la forma en la que vemos la realidad y nos predispone para aceptar lo que se viene, y para modificar aquello que no nos sirve.

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