Imagina por un momento que tu organización es como un gran juego multiplayer: diferentes players (áreas, equipos) con sus propios objetivos, interactuando en un sistema complejo de reglas, incentivos y limitaciones que condicionan su comportamiento.

Pues la Teoría de Juegos estudia precisamente eso: comportamientos estratégicos entre tomadores de decisiones con intereses distintos. Y nos ofrece poderosas lentes para entender y rediseñar esas interacciones de forma que se maximice la cooperación y los resultados colectivos.

Conceptos como el dilema del prisionero, los free riders, la tragedia de los comunes o los juegos evolutivos, bien comprendidos, pueden guiarnos para optimizar procesos organizacionales que hoy están lejos de ser eficientes. Veámoslos en detalle.

El dilema del prisionero: por qué cuesta tanto cooperar en el famoso “dilema del prisionero” ejemplifica muy bien por qué en muchas ocasiones el camino individualista termina perjudicando los resultados grupales.

Imagina dos sospechosos de un crimen siendo interrogados por separado por la policía, que les plantea el siguiente escenario:

  1. Si ambos confiesan, pasarán 5 años en prisión
  2. Si ninguno confiesa, sólo 1 año por cargos menores
  3. Si uno confiesa y el otro no, el primero sale libre mientras que el segundo cumplirá todas las condenas: 10 años.

En esta situación, lo lógico para ambos, pensando sólo en sí mismos, es traicionar al otro confesándolo todo. Es la opción que minimiza su riesgo individual sin importar lo que haga la otra parte.

Sin embargo, de elegir esa ruta egoísta, terminan con el peor resultado colectivo: los dos en la cárcel durante 5 años vs sólo 1.

Este patrón se repite en muchas interacciones en las empresas: áreas que no comparten información vital para no perder poder, equipos que exageran sus forecast para asegurarse presupuesto, unidades de negocio que maximizan sus KPIs a costa de afectar al resto, etc.

Al identificar dónde tenemos estas dinámicas de “dilema de prisionero” en la organización, podemos reevaluar los incentivos de fondo y rediseñar las “reglas del juego” de forma tal que la mejor opción individual sea también cooperar por el bien de todos.

Los “free riders” que viajan gratis Otro fenómeno muy común, estudiado por la Teoría de Juegos y la psicología evolutiva, es la aparición de “polizones”, “gorrones” o “free riders”: personas que consiguen beneficiarse del esfuerzo colectivo sin aportar su parte correspondiente.

Un ejemplo típico es el de las tareas en equipo en la universidad, donde frecuentemente suele haber integrantes que apenas contribuyen pero obtienen la misma calificación gracias al trabajo de otros.

En las empresas esto también es frecuente: personas que aprovechan el conocimiento de colegas sin reciprocidad, o que toman crédito por éxitos de sus áreas aun habiendo delegado el trabajo pesado.

Los free riders son muy hábiles identificando dónde pueden obtener beneficios a bajo costo gracias a las externalidades positivas de grupos de los que logran formar parte. Y tienden a perpetuarse, porque al no contribuir su parte justa, debilitan los recursos y la productividad colectiva de dichos grupos.

Por ello, otra área de oportunidad al aplicar la Teoría de Juegos en lel management es detectar dónde tenemos estos “polizones organizacionales” y tomar medidas para eliminarlos o minimizar sus efectos nocivos.

La tragedia de los comunes Muy relacionado al fenómeno anterior está La Tragedia de los Comunes: una situación en la que múltiples personas, persiguiendo su propio interés, terminan sobre-explotando algún recurso compartido hasta agotarlo, perjudicándose a todos.

El ejemplo clásico es el de un espacio común de áreas verdes, utilizado por varios pastores independientes para alimentar sus rebaños. Cada pastor buscará maximizar las cabezas de ganado que envía a pastar para aumentar sus ingresos, sin considerar la capacidad limitada del terreno compartido.

Al final, producto de esta lógica individual de corto plazo, la sobrepoblación y el sobrepastoreo deterioran irreversiblemente el recurso común del cual dependen. Por ello, esta dinámica también se conoce como “la tragedia de lo mío”.

En las empresas se observan casos similares continuamente con recursos como presupuestos compartidos, servicios internos sobresaturados, salas de reuniones sobreutilizadas, etc. Todo recurso de uso intensivo del que nadie se siente explícitamente responsable acaba siendo objeto de tragedias de los comunes.

Abordarlas requiere nuevamente analizar con lentes de Teoría de Juegos los incentivos y reglas existentes, para luego diseñar otros que alineen los intereses cortoplacistas individuales con la preservación del bien común.

Juegos evolutivos y Equilibrios de Nash Más allá de estas dinámicas puntuales, la Teoría de Juegos también nos ofrece modelos para entender cómo ciertos comportamientos e interacciones poco cooperativas acaban imponiéndose y perpetuándose en una organización.

Uno de los más útiles para describir este fenómeno es el de los Juegos Evolutivos. La premisa aquí es que en todo grupo social se producen interacciones estratégicas repetidas entre sus miembros, quienes van probando y seleccionando aquellas estrategias que mejor resultado les dan.

Con el tiempo, tienden a sobrevivir y reproducirse sólo las estrategias óptimas para el beneficio individual, incluso si ello compromete el óptimo grupal.

Un concepto relacionado es el Equilibrio de Nash: una situación en la que ningún actor puede mejorar su resultado cambiando de estrategia unilateralmente, dado que todos los demás se mantienen en la suya.

Muchos de los problemas culturales y políticos dentro de las empresas obedecen Equilibrios de Nash subóptimos, surgidos de la interacción y evolución histórica: todos se quejan pero nadie toma la iniciativa para cambiar, pues no ve que ello vaya a reportarle beneficio alguno.

Entendiendo de qué modo se generaron, la Teoría de Juegos nos da pistas para romper tales equilibrios e instalar otros más productivos y cooperativos mediante cambios de reglas que replanteen las interacciones.

Hacia una economía conductual Como habrás observado, todos estos modelos tienen un común denominador: parten de una comprensión realista de los sesgos e intereses individuales que mueven a las personas, para desde allí diseñar soluciones sistémicas que alineen dichas motivaciones con los objetivos colectivos.

Ya no se trata de pretender que los equipos “deberían querer” colaborar por el bien común como buenos samaritanos, o de culpabilizarles por no hacerlo. Se trata de entender profundamente los incentivos existentes y rediseñar más inteligentemente el juego y sus reglas.

Esto es justamente el campo que ha surgido en años recientes bajo el nombre de “Economía Conductual”, por el cual Richard Thaler incluso ganara el Premio Nobel. Y sin dudas la Teoría de Juegos es una pieza medular de esta nueva disciplina.

Como ves, observar tu organización como un macro-juego entre múltiples players abre toda una nueva perspectiva para entender dónde están las trabas al funcionamiento sistémico, al compromiso real de los equipos y en definitiva, a la capacidad colectiva de evolucionar.

Te invito a sacar al estratega que llevas dentro y comenzar a pensar como un diseñador de juegos, identificando qué patrones podrían estar operando como obstáculos. Quién sabe, quizás reformular algunas “reglas” que distorsionan los alicientes termine siendo mucho más efectivo que los últimos 10 team building que intentaste.

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